Una fotografía (o un recuerdo que aparece como una fotografía), una canción que ya habías olvidado, los dos o tres momentos más importantes de tu vida, un temor vibrante y efímero, olor a lejía, la sensación del frío repentino subiendo que te golpea el estómago, dos o tres deseos incumplidos seguidos del remordimiento de todo lo que se va a quedar sin hacer.
Todas estas cosas, o algunas de ellas, mutadas o matizadas, podrían pasarte por la cabeza cuando estés muriendo. Y todavía le das importancia al seguro del coche, a una discusión absurda, a lo último que ha dicho un político irrelevante.