Una vez leí un texto de Séneca que aconsejaba hacer examen de conciencia todos los días antes de dormir, repasando nuestros actos y juzgándolos con serenidad. Yo añadiría a este ejercicio la idea de que no vamos a despertar al día siguiente. Sin drama, sin escándalo ni patetismo. De esa manera, uno puede juzgar sus actos no ya desde su perspectiva, siempre interesada, egoísta y complaciente, sino desde el punto de vista de sus allegados.