Él la esperaba al filo del acantilado, de espaldas. Ella sabía que si se acercaba demasiado, la arrojaría y tendría una muerte violenta, ¡pero nunca le había visto la cara! Llevaba años en su vida. Lo había sentido en lo más profundo y en la distancia más insoportable, siempre de espaldas, sin mostrarse, sin saber si lloraba o sonreía, sin saber si era horrible o hermoso.
Le pudo la curiosidad.
Microrrelato incluido en Lapso.