Hace más o menos un año que este blog vio la luz. No soy muy bueno celebrando aniversarios, acaso porque hay una parte del paso del tiempo que me aterroriza. Tampoco me gusta enumerar cifras de audiencia ni recorrer méritos que posiblemente no existen. Simplemente me hace ilusión compartir con vosotros que este espacio cumple un año.
El primer texto que publiqué aquí fue un cuento de Navidad, y hoy traigo otro muy distinto que ya prefigura una costumbre o una antología.
Pero este primer año de blog, que es el tercero que inicio relacionado con la literatura, me ha dado un par de cosas muy valiosas. En primer lugar, he conocido a personas maravillosas que de otra manera habrían pasado de largo. Y en segundo, he descubierto en este formato un eficaz almacén de mis escritos.
Todo esto empezó como un experimento, sin una intención concreta, sin un compromiso de continuidad, y al echar la vista atrás, compruebo que no hay un mes que no haya publicado algo. Eso ya es un éxito para mí, de natural tan distraído en lo que a mi obra se refiere.
Como anécdota de última hora, cuando he ido a publicar este artículo, me he encontrado con que el blog estaba inaccesible (aprovecho para pedir disculpas por la desconexión), lo cual se ha debido a un error propio en la configuración del dominio en el servidor. Un poco más y no hubiera podido celebrar el aniversario del blog debidamente.
Creo que hay muy buenos motivos para seguir intentándolo. Gracias a todos por acompañarme.