Que todo se olvida

Uno se incentiva con grandes o con pequeñas cosas. Aprende a no anhelar demasiado. Podríamos decir que se conforma. Que se acomoda a lo habitual o a lo no inesperado.

Pero cuando de pronto se abre bajo los pies el vértigo de la desexistencia, nos preguntamos si estamos aprovechando todo lo que está a nuestro alcance o si nos estamos dejando marchitar sin hacer nada para evitarlo. Aunque en el fondo sabemos que no hay nada que pueda evitarlo. Que todo se marchita. Que todo se fragmenta. Que todo se olvida.