Estimado Señor González,
Como usted sabe, en Sevilla hay una biblioteca que lleva su nombre. Se me ocurren pocos honores mayores que ese: un intrincado universo de libros que lleve el nombre de uno. A excepción, como gozó Borges durante años, de trabajar en una biblioteca y estar en contacto permanente con todas esas letras llenas de magia.
Usted mejor que nadie, como defensor de lo público, tiene que estar por fuerza a favor de que existan lugares tan maravillosos como las bibliotecas, que acercan la cultura y el saber a todas las personas, sin tener en cuenta su condición económica o académica. Y si ese acercamiento incluye a los niños, tenemos una muy buena esperanza de que nuestra sociedad crezca en sabiduría, valores y respeto.
Ignoro si es usted consciente de que el área infantil de la biblioteca Felipe González Márquez está cerrada por falta de personal. Leo que ha sido «la crisis», pero no tengo claro si es la económica o la de valores, la que nos está convirtiendo cada vez en una sociedad más conformista y alejada de todos esos sentimientos que nos hicieron despertar hace ya más de 40 años. Me pregunto qué opinión le merece semejante despropósito. Y me pregunto si no le duele a usted que el honor de haber dado nombre a un lugar tan especial, se vea empañado por esa terrible carencia: que los niños no tengan un espacio para leer, para aprender, para desarrollarse como personas libres.
Alguien que ama la cultura como usted no debería quedarse en silencio. Su voz es mucho más potente que la mía y puede otorgarle a esta biblioteca el brillo que merece.
Gracias por su tiempo.