No sé cuándo la poesía
se volvió una pose insoportable,
un baúl de adjetivos
y pensamientos manoseados
que ya no sienten ni te encienden.
No sé quién dijo que la poesía
tiene que ser agradable,
que no es poético
un cráneo reventado
que tuvo vida
y que se ha vaciado
de emociones que tal vez
(ya nadie lo sabrá)
estaban llenas de esa baba
que nos inunda de una turbulencia
asfixiante como un collar de bondage
recién ajustado.
Y ese cráneo tuvo un asesino
envuelto en podredumbre y aflicciones
que, en el fondo, nos resultan atractivas.
Y esas venas y esa sangre,
y esas promesas incumplidas,
y esa inercia detenida
por una piedra y una mano.
¿Quién se atreve a negar
que eso también es poesía?
Foto: ahmed adly en Pexels.