Hijo mío, ten una vida plena. Siente, ríe, ama, sufre, diviértete, llora. Recuerda siempre que tu tiempo es limitado y no bajarás dos veces al mismo río. Busca tu voz, tu propio ser, y cuando lo encuentres, defiéndelo con pasión hasta el final. Sé original. Sé diferente. Pero sobre todo, sé bueno.
Amada mía, como probablemente me vaya antes que tú, te tocará leer mi testamento vital. En esencia te pido dos cosas. Recuérdame no como un monumento, sino como algo vivo. Reinvéntame, con mis muchos fallos y mis pocos aciertos. Fui humano, y lo disfruté contigo. Fui feliz, y te amo profundamente