Creyó escuchar la puerta trasera. Llevaba largo rato dormido, sería un sueño. Después, pisadas acolchadas subiendo desde la primera planta. Supo que era inevitable cuando sintió el aliento en la cara del perro al que había colgado en la tarde, el gruñido precursor, los ojos imposibles brillando en la habitación sombría.
Microrrelato incluido en Lapso.