Carta surrealista

Olivetti

A Isa

Tu amor de violenta espuma violácea me va marcando las palabras que debo escuchar, las notas que me deben llenar, la eléctrica fuga de mis dudas. Y de pronto descubro que soy tú intentando fingir un yo.

El otro día, la calle estaba perfumada de alcanfor salido de alguno de nuestros cuentos de Cortázar, y en algún café de esquina sonreía, con nombre tipografiado con Olivetti, una chica que quizá no estaba.

Tanto tiempo juntos me ha ido construyendo una casa donde a veces me quedo un tiempo, pero de la que a ratos me apetece salir y dejar las ventanas abiertas. Y no basta con respirar hondo. No basta.

Los enamorados iban al parque, van al parque, irán al parque al atardecer, como siempre. Y concluirán un perfecto rito que nosotros hemos gastado y acaso perdido. Ahora pienso que sería hermoso seguir su danza de nuevo, pero me pregunto si merece la pena.

Lo que trato de contarte a cachos, a sentimiento mutilado, es que me asfixio y sin embargo quiero seguir. Pero necesito tu mano. Tu expresión estática de póster de Ella Fitzgerald o de James Dean. Tu mirada a veces nula que transmite tanto… de mí hacia ti. ¿Recuerdas cuando nos inventábamos nuestra historia, cuando pensábamos que estaría llena de instantes-selva-sombreados, de frescura-flor, de timidez-niña-eterna? Y se nos olvidó lo más grave: la sombra-gris-tristeza.

Las hojas caen y envidian a las verdes perennes. Pero el Tiempo las compadece y, al poco, renacen más hermosas, más brillantes, renovadas. Y basta un árbol de un bosque oculto; y sobran motivos para estar allí.

No puedo perderte. No puedo abandonar las risas de vivo poema líquido, las broncas de chispa fácil, las reconciliaciones de whitelabel y ronnegrita entre beso y borrachera. No puedo dejarte en brazos de la nostalgia sólo por las dudas, si al fin y al cabo con dudas te conocí y ellas arroparán mi lecho de muerte. No puedo porque me siento débil y cobarde y el camino es negro y hostil y hay ausencias que dan miedo.

Tú, de mirada-brecha en mi alma, de preciso instante para calmarme y para excitarme, de colchón azul y sábana estampada de naves espaciales, de cosas que son mías como tuyas y de tantos detalles que matan de dulces. A ti no puedo dejarte, a ti no puedo.

Y es que todo era una sorpresa, incluso para mí. Mira, acabo de terminar la carta y no había notado que hoy es catorcedefeberero-sanvalentín, y me ha alegrado. Por fin un rito, por fin una certeza (tú misma, tu vida, tu amor), por fin las nuevas hojas verdes en mis ratos de primavera naciente.